Monday 30 March 2020

Días 12,13 y 14: Montaña rusa.

    Nunca he sido especial fan de las montañas rusas, ni de los parques de atracciones en general...no sé si es un tipo de trauma infantil o algo así, ya que recuerdo de pequeño - salvando las distancias debido a lo que sobredimensionamos las situaciones en esas edades - literalmente, besar el suelo al bajar de unos "troncos locos" en Port Aventura por el mal rato que había pasado en esos troncos - para mí - cortados por el mismísimo diablo.



    En aquella época, poco sabía de otras "montañas rusas" que existen en el día a día y quizá más dificiles de barear que las primeras...las montañas rusas emocionales. Mucho menos, tenía idea de que años más adelante iba a estar - quizá varios meses - montado en una de ellas - ¡Daniel, estás loco!...¿dónde vas manolete? si no sabes torear ¿pa´ que te metes? , diría mi yo del pasado (el de unos años e incluso días antes de que llegara el compañero)  -. Pero tampoco sabría que a estas montañas no es voluntario subirse y que, además, tienen consecuencias mucho peores que las primeras si no sabes manejarlas o eres un "principiante" en el tema.

    En general soy bastante asiduo de estas montañas, el pasar por distintos estados emocionales en un día es algo frecuente para mí por ello, he desarrollado técnicas y estrategias para sobrevivir en el "viaje". Pero, en concreto, la última montaña rusa que podemos llamar "La maldición del Coronavirus" - por ponerle un poco de intriga típica de un parque de atracciones, comenzaba hace ya, nada más y nada menos que 14 días.

    Día en el que ni siquiera sabía que estaba subiendo en una montaña rusa, lejos de esto, me dió la sensación de estar subiendo en un paseo en barca para ver las "tierras de Tarzán" o muñequitos con trajes regionales de todo el mundo, por lo que el inicio fue bastante relajado y pude disfrutar del paisaje privilegiado que te proporciona el estar en las alturas.

     No obstante a los días de estar montado comencé a ser consciente de que aquello no era el viaje en barca que creía, y comencé a echarme las manos en la cabeza...¿Dónde me he metido?- pensaba mientras me acordaba en aquel episodio de cuando era pequeño - , todo ello mientras sufría subidas y bajadas que tanto temía en aquella época.

    Tras estas subidas y bajadas, llegó una parte de la montaña bastante estable que me hizo pensar incluso en algún momento que había vuelto al viaje en barca que creía al principio y, entonces, llegó el segundo fin de semana de confinamiento donde he sufrido uno de los loopings más grandes hasta la fecha, uno de esos que te revuelven por dentro y en los que, en algún momento, tienes ganas de vomitar pero decides no hacerlo por "el pobre que está al lado", uno de esos que te hacen "cambiar de perspectiva" tanto física como mentalmente y, quizá, te haga replantearte el viaje, uno de esos que te hacen reflexionar sobre todo y nada a la vez, llegando a todas y ninguna conclusión...

    Pero, remontémonos al viernes, día 12 de confinamiento. Un viernes que comenzaba con muy buen pie tras una semana muy buena, a decir verdad. A las 9 de la mañana aproximadamente comenzaba mi jornada de teletrabajo que se presentaba muy motivante por la iniciativa que ya os contaba la semana pasada del envío de cartas al Hospital...correos, llamadas,documentos de Word y PDF aparecían, a veces, simultáneamente, en el "escenario" del teletrabajo que supone mi salón.

    La mañana no fue suficiente por lo que, después de comer, tuve que continuar con ello y hasta las seis de la tarde no finalicé mi jornada, pero con muy buenas sensaciones del trabajo hecho y de la semana que dejaba atrás...a las 20 el tradicional aplauso y después...¡¡el momentazo de caña virtual de la semana!!. La montaña rusa no podía ir mejor encaminada, y directa a la cúspide de una forma que daba vértigo.

    Al dia siguiente, sábado, amanecí pletórico con ganas de comerme el mun...- espera no, que no se puede... - comerme mi casa. Saqué al perro con un sol que me decía - Daniel este es tu día, aunque confinado puedes seguir dándolo todo -  y así lo hice...hice ejercicio, limpié, me duché y hasta me vestí con camisa porque oye, la ocasión lo merecía...

 
Por la tarde tocaba estudiar pero con ese subidón la cosa se dió mucho mejor, después unos aplausos que hoy cobraban otro significado mucho más positivo - sin saber muy bien porqué - y ¡como no! un - esta vez - "aperitivo virtual" francés que me dejó, de nuevo, con muy buen sabor de boca. Por la noche, como ya es tradición, pedimos pizza y demás productos grasientos acompañados de vino y una videollamada con mis tíos que fueron la guinda de un día perfecto y que me alzó a lo más alto de la montaña.

    Sin embargo como buena montaña rusa la subida nunca es infinita y por si esto no fuese suficiente motivo acudo al refrán "todo lo que sube, baja" y el domingo no comenzó, ni de lejos, como el día anterior...al igual que el dia anterior (sin saber muy bien porqué) pero esta vez en el lado negativo, amanecí pesimista y con pensamiento negativos todo el rato en la cabeza que se magnificaban por la situación de confinamiento provocada por nuestro compi.

    Como os he comentado antes, suelo barear con montañas rusas emocionales en mi vida diaria y, como también os comenté en alguna de las primeras entradas, tengo mi "estrategia estrella" de hacer aquello contrario a lo que me apetece (en esta ocasión, meterme debajo de mis sábanas y no salir hasta el día siguiente), por lo que hice mi vida normal un domingo de confinamiento intentando
disfrutar de la bajada tan estrepitosa que estaba viviendo...pero nada funcionaba...ni siquiera una videollamada durante el vermut durante la cual me olvidé un poco de mi estado, ni siquiera otra videollamada, acompañada de vino, por la noche con dos amigas en distintos lugares del mundo que simuló una ligera subida, y ni si quiera al llegar a la noche donde me disponía a zambullirme en una de mis series "de referencia" que me sacan una sonrisa en cualquier ocasión: Paquita Salas: ni tan siquiera ella, evitó que la bajada siguiera su curso y...sólo lo hizo la noche y el "mañana será otro día".

   



Y aquí en el "punto más bajo" de mi montaña rusa particular acabé mi domingo. Un domingo que no había sido, ni de lejos, el mejor en esta experiencia tan diferente pero, por otro lado, un domingo que me ha hecho seguir redescubriéndome a mi mismo y seguir perfeccionando esas técnicas para sobrevivir a "La maldición del Coronavirus"...

¿Qué otras "sorpresas" me/nos tendrá guardado este viaje?.


PD: Os dejo una imagen que me viene muy "al pelo" puede esquematizar este viaje en montaña rusa en el que nos encontramos todos/as inmersos...¿Os sentís identificados?


1 comment:

  1. Antes que nada mi profundo agradecimiento por seguir siendo la LUZ qué en esas depresiones de la montaña rusa nos queda lejana y al instante siguiente en esos subidones nos alumbra y calienta, ahora más que nunca éstos peculiares momentos.
    Y gracias también por ser nítido ESPEJO, hablo por mí, por los que te leen y por el resto (toma ya, modesto me llaman, ja,ja,ja,ja).
    Procedo a explicarme:
    Lectores y no lectore lanzando una pregunta al aire:
    Alguno de vosotros no VIVE en SU VIDA esa montaña rusa, antropológicamente tatuada en el ADN humano?
    Ahora estoy bien, ahora estoy regular,ahora estoy mal; ahora estoy mal, ahora estoy bien, ahora estoy regular; ahora estoy regular, ahora estoy medio bien medio regular...
    La respuesta es Daniel, Remedios, Luismi, Hugo y así hasta esa enorme pléyade de nombres que nos identifican a cada uno de los seres de este mundo. En mi humilde opinión, TODOS tenemos la fortuna de VIVIR esa suerte de montaña rusa que es la VIDA, ya podía leerse en el Tao allá por el año 400 a.c., sobre la perpetua mutación a la que está sometida el Universo y su contenido, del cual no me negaréis forma parte esa pléyade de seres que somos, en base a lo que me permito decirte:
    El que esté libre de montaña rusa en su vida, que tire...
    Saludos

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