Sunday 5 July 2020

Días 89 al 107: El principio del fin.

Los "nuevos comiezos", las "nuevas veces", las "nuevas oportunidades" se nos muestran, a lo largo de nuestra vida, como renaceres en los cuales podemos volver a disfrutar y revivir momentos que ya habían pasado a ser parte de nuestra realidad. Estas situaciones han sido constantes en esta última temporada de nuestras vidas, ya que gracias a nuestro - cada vez más ausente en nuestra mente - compañero, coronavirus hemos tenido constantes "nuevas veces"... para una caña con amigos/as, reuniones familiares, trabajo presencial, salidas a la naturaleza y un largo etcétera, todas ellas (eso sí) enmarcadas en pequeños-grandes detalles como la mascarilla, el gel hidroalchólico, horarios que cumplir, reuniones con aforo limitado, etc. 

Unas restricciones que se van relajando con la llegada de la ansiada "nueva normalidad" hace ya dos semanas y que nos da paso a un verano atípico, pero no por ello menos deseado. No obstante antes de pararme en este detalle para mí estas últimas semanas han estado cargadas de "nuevas y nuevas - y a la vez, últimas - veces" que han provacado en mí sensaciones de nostalgia y extrañeza a destacar, dentro de todo el entramado emocional que está suponiendo la pandemia, pero no adelantemos acontecimientos y retomemos la historia donde la dejamos...



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    Para retomar la historia nos tenemos que remontar a una semana post-fin de semana de cumpleaños que había sido bastante movidito y en el que celebré mi cumple a lo grande durante todo el día del sábado, cumpliendo las medidas que nos marcaba la fase 3 de aforo en las reuniones e intentando (al menos) el resto, referidas al distanciamiento social. 

    La semana siguiente transcurrió con normalidad...en el principio de la semana volví a la rutina de trabajo virtual donde ya comenzaba uno de los "principios del fin", referidos en este caso al cierre de curso en los institutos - en concreto en uno de ellos que, por su reducida dimensión conllevaba menos tareas y por lo tanto se adelantaba un poco - sin embargo, el final de la semana (jueves y viernes) hice un cambio de rutina y pasé por dos días, al trabajo presencial para preparar todo lo que se nos avecinaba la semana siguiente...tareas múltiples en torno, también, al final del curso que para Orientación como ya habeis podido adivinar, es bastante movidito.

    Con esta carga de tareas me planté en el viernes con un plan bastante improvisado de ir a tomar algo a la recién estrenada casa de mi prima para planear nuestro próximo viaje al norte de España, en Julio. Tras valorar varias opciones de transporte y alojamiento nos decantamos por Bilbao, así que con cena en el estómago, una reserva en Booking y unos cuantos planes que unos días más tarde, se vendrían abajo o se reformularían (finalmente vamos a Santander, por ser más lógico para un viaje posterior que va a realizar una de mis primas), me fui a mi casa para acostarme pronto pues al día siguiente haría mi esperada salida a la sierra para satisfacer parte de las "ganas de naturaleza" (una de las consecuencias que me ha traído la pandemia, quizá por la necesidad de libertad).

   
Así que eso hice, a las 23 de la noche, aproximadamente estaba en la cama y amanecí a eso de las 8 y media de la mañana para plantarme en Atocha a las 10.30 para coger el tren, dirección El Escorial que nos llevaría a disfrutar de un día en el que lo que menos hicimos fue andar, ya que tras una ruta - o paseo, depende quien lo juzgue - por el monasterio y el pueblo bajo un sol de justicia gente con mascarilla e intentando mantener las distancias de seguridad (intentos en ocasiones fallidos, a decir verdad), después de lo cual decidimos pararnos a tomar la primera caña de la jornada, que se alargó hasta la hora de comer y nos llevó a degustar algunas raciones: gambas al ajillo, cachopo, patatas alioli regado de buena cerveza y vino.

   
    Con el estómago lleno decidimos poner vuelta a Madrid en un bus donde
disfrutamos de un pequeño sueño reparador que nos diese energía para quedar con otras dos amigas con las que disfrutamos de unos sanos zumos de tomate, para reponer fuerza (sí, esa que no habíamos perdido).

    



     Aquel domingo empezó con un "brunch" de cumple, siguió con unas compras "frustradas" pues no había las rebajas que yo esperaba. Al llegar a casa me recibió la tranquilidad, pues mi familia se había ido a pasar una semana en la playa, aprovechando la llegada de la nueva normalidad que estaba recién inaugurada la noche anterior. Por lo que, aproveché la tranquilidad para ver una película disfrutando de las "anchuras" del sillón sin mayor presencia que yo mismo y salí un rato a correr para finalizar el domingo, que daba paso a una semana de final de curso de auténtica locura.

    Semana que fue ,además, completamente de trabajo presencial en ambos institutos y me metió en una borágine de trabajo, llamadas, reuniones con profesores, familias, etc. que hicieron que la semana pasara de forma muy fugaz. Sorprendemente, lo llevé con la mayor tranquilidad posible (como si todo aquello no fuese conmigo) quizá porque el final estaba próximo y quería disfrutar al máximo los últimos días aunque estuvieran repletos de trabajo. 

    Con jornadas de 8 a 20 horas en el día, intentando exprimir al máximo el tiempo para dejar cerrado todo lo máximo posible, finalizó la última semana de "trabajo efectivo" pues la semana próxima sólo quedarían los últimos claustros del curso en ambos institutos así como el cierre de los "últimos flecos sueltos" que nos llevarían pocos días más, "el pescado estaba vendido" como suelo decir...

 
     El último fin de semana prevacacional tuvo un poco de todo: un auténtico vermut Torrejonero de sábado, una vuelta a las rebajas, esta vez en todo su esplendor y una comida familiar en la que disfrutamos de un cumpleaños virtual, esta vez sin estar incentivado por la pandemia, sino por el hecho de que el pequeño cumpleañero (hijo pequeño de mi prima) vive en Reino Unido, lo cual nunca ha sido impedimento para presenciar las típicas estampas de cumpleaños, protagonizadas , entre otras cosas, por disfrutar de tarta, canción de cumpleaños, la tradición de soplar la vela e,incluso...apertura de regalos en directo.

    Como adelantaba al comienzo de la entrada este último periodo de nueva normalidad ha "reactivado" el "mejunje emocional" que ya estaba algo olvidado y, en concreto, esta última semana este mejunje ha estado más presente que nunca, pues el fin de curso para un interino conlleva, siempre, despedidas y estas son más intensas - supongo- por el hecho de ser mi primera experiencia como funcionario en educación y el haber estado todo el año , por suerte, en una misma sustitución.

     Por lo que los últimos claustros - con variados formatos presencial y virtual, para mayor variedad...- supusieron el siguiente paso en ese "inicio del fin" del final de curso que antes os anunciaba, ya que estuvieron cargados de significado y emotividad para mí al ser la última vez que, seguramente, me reunía con aquellos equipos docentes y directivos.

    No me gustan las despedidas y creo que las vivo con - demasiada - intensidad...como pérdidas inevitables que, en defintiva, soy consciente que son. Unas bonitas palabras, agradecimientos, deseos de volver a encontrarnos para mí no son suficientes y me dejan un sabor de boca "agridulce" que tarda un tiempo en irse. 

   
El momento más duro se produjo el miércoles pasado, día en el que (por amor al arte) volvía a uno de los institutos para cerrar esos
flecos de los que hablaba antes y me tocaba despedirme de un equipo directivo con el que había tenido mucho contacto y feeling desde el primer día, en concreto con mi compañera Jefa de estudios con la cual hemos trabajado muy bien y hemos logrado una gran confianza que intuyo no se quedará aquí y nos llevará a seguir cultivando nuestra relación como profesionales e incluso, amigos.

    Una nueva despedida se produjo el pasado viernes, día en el que tuve que ir al otro instituto a cerrar unos documentos y, de nuevo, transmití el placer que había supuesto el poder haber trabajado con todos/as ellos/as ese curso, mi agradecimiento y deseo de volver a encontrarles en algún punto de mi carrera.
   


    Esta semana de sabor agridulce, dió paso a un fin de semana relajado con quedadas de amigos, sacando nuestro niño interior disfrutando de algunos columpios del parque Juan Carlos I, visita a Chueca para celebrar - o intentarlo - el orgullo LGTBI+ que este año sería en formato virtual (pero algún guió presencial había que hacer...) y alguna copa en el transitado barrio de Tribunal.

    



     Y con el relato de este último fin de semana cierro, por ahora, la experiencia CONFI(N)ADA como la empecé...escribiendo un domingo en mi habitación aunque esta vez en circunstancias bien distintas y una mucho mejor sensación y sentimientos...estuve CONFINADO pero también CONFIADO de que este día llegaría...el día de dar "carpetazo" a este blog y con él, al confinamiento (al menos por ahora, porque los hay escépticos que nos recuerdan de vez en cuando que seguramente vuelva más pronto que tarde...). Sinceramente espero veros o leeros en otra situación o medio ya que eso significará que no estamos de nuevo confinados pero si eso ocurre seguramenre volveré para, de nuevo, acompañarnos mutuamente en esta dificil experiencia.

     Por delante y como también he indicado antes, tenemos otro "inicio del fin" el inicio de un verano atípico y el fin del confinamiento y periodo de alarma, protagonizado por varios destinos en mente entre los que están los seguros: Santander y Amsterdam y otros que quizá vengan después, aunque aún no están confirmados. Me espera un verano distinto pero cargado de ilusión que seguro disfrutaré y disfrutaremos al máximo, pero en el que no debemos olvidar lo vivido estos meses atrás y la posibilidad de que eso vuelva lo que nos llevará, seguro, a ser prudentes y cumplir en la medida de nuestras posibilidades las medidas sanitarias y sociales que nos marca nuestro - siempre presente - compañero COVID.

Como siempre que me despido, agraderos a todos/as los/as que me habéis seguido por aquí ya que, de una forma u otra, habeis sido protagonistas también de mi/nuestra historia, una historia cargada de incertidumbre, miedos, tristeza, extrañeza pero con final feliz.


¡NOS VEMOS/LEEMOS PRONTO!
(pero, si puede ser, no por aquí)