Vivimos en un mundo globalizado, eso es inegable...un mundo conectado físicamente - a través de numerosos medios de transporte que nos acercan entre nosotros cada día más - pero también en otros sentidos...desde el punto de vista comunicativo, digital, etc...lo que nos permite intercambiar información de forma muy rápida que a su vez tiene múltiples usos como el trabajo entre personas que físicamente no comparten oficina e incluso, país...también podemos comunicarnos con familiares y amigos que no están cerca de nosotros/as y compartir momentos que de otra forma, sería imposible. Esa información es, además, conocimiento...que viaja, fluye de un lado para otro del mundo dando soluciones a problemas que son similares, lo que facilita la vida a muchas personas en el mundo e, incluso, les salva la vida...en fin, ¡¡todo ventajas!!, ¡¡¡¡que maravillosa es la globalización!!!!
Y, en verdad, es así...la globalización ha hecho que seamos lo grandes que somos, pero el problema es que nunca nos hemos parado a pensar en los inconvenientes, que los hay...inconvenientes de un mundo globalizado que se agudizan por una sociedad individualista que unicamente piensa en el "yo" y con "aires de superioridad" que les lleva a esos "pensamientos mágicos" de los que os hablaba en la primera entrada...
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Hoy - cuarto día de confinamiento - me levanté con ánimo y con la sensación de que la semana "había volado" lo cual es bastante bueno, porque significa que, al menos, no me aburro y, realmente es así, entre teletrabajar y continuar el estudio de la oposición a pleno rendimiento quizá tenga el mismo tiempo que antes...quitando los momentos y distracciones del teletrabajo que permiten contestar a algún que otro Whatssapp o los momentos entre "trabajo - comida" o "comida - estudio" que antes llevaban más tiempo y ahora suponen un simple cambio de habitación.
Tras esta subida de ánimo mañanera desayuné y salí para sacar al perro e ir a la por la prensa...calles vacías sólo dos o tres personas, el kioskero con mascarilla y guantes me da las vueltas o, mejor dicho, me las tira a la mano por miedo al contagio, si hay más de dos personas esperamos a que una salga para evitar aglomeraciones...pequeños detalles que hace unos días me sorprendían y ahora comienzan a ser familiares..."¿llegará el momento en que nos acostumbremos a esto?" - me pregunto muchas veces - pues yo no sé si quiero ni si puedo, la verdad...
Una vez en casa, ordenador y tablet encendidas para comenzar una jornada laboral bastante fructífera a decir verdad...con nuevas ideas y bastante eficiente. Después de comer tocaba de nuevo embaucarse en el estudio de la oposición.
Hoy tocaba un tema que me gusta mucho, dentro del bloque de "Educación en valores" y describe como se enfoca esta educación en nuestro sistema educativo y qué recursos utiliza para transmitirla a su alumnado. En concreto, este tema hablaba de los valores sociales tales como el civismo, la educación en la no violencia o la paz. La idea básica de este tema es que esta educación social supone el para qué del sistema educativo, ya que el objetivo último de este es la "creación" de ciudadanos libres, democráticos y sobre todo...prosociales, que comprenden los derechos del otro y son conscientes de las consecuencias de sus actos en la sociedad (que bien me ha venido esto para repasar, oye...).
El caso - que me enrollo - es que estas ideas me han hecho reflexionar - apartándome un poco del objetivo de estudio de la tarde - sobre el paralelismo que, las actitudes y valores sociales que nuestro sistema educativo pretende inculcarnos, puede tener con la situación creada por nuestro "compi", una reflexión en torno a una pregunta clave...¿y si este virus es una lección que nos quiere dar el mundo? quizá es una especie de "consuelo" pero para mí tiene sentido...una lección ante nuestro aire de superioridad y la creencia de que "nunca nos va a pasar nada", ante nuestro individualismo que nos lleva a descuidar al otro bajo el pensamiento de que "si no me pasa a mí o a alguien cercano, no me importa lo más mínimo..." y, sobre todo y la más importante para mí y la más positiva...ante la creencia que la mayoría tenemos de que no podemos hacer nada para contribuir a un mundo mejor.
Este virus se ha extendido - entre otras cosas - por estas/nuestras creencias, es la verdad, pero también lo es que podemos vencerle si cada uno de nosotros contribuye al bien común de: no salir a la calle, lavarnos las manos, no aglomerarnos en sitios públicos, intentar no estar a menos de un metro de nadie...y todo ello ¿para qué? para que otras personas no se contagien o, incluso, mueran. Parece que ahora vamos siendo conscientes de que este mundo nos pertece, a nosotros y al que está al lado, y nuestra propia acción, la mía y la de unos pocos a mi alrededor, puede hacer que cambie...aquello que tantas veces repite el escultismo - movimiento al que pertenezco, ahora de una forma más "desde la barrera" pero con el que siempre me he sentido muy identificado - con lemas como "Un mundo, una promesa" o el hecho de hacer una buena acción diaria.
Esto, unido a la idea de la globalización que comentaba antes, que conlleva miles de cosas buenas pero, también hace que - por un tema puramente físico- todo se extienda más rápido dentro de los países e incluso de un país a otro, nos ha llevado a que nuestro compi - que es muy listo y nos conoce muy bien - a aliarse con estos dos otros "elementos" y nos de un vuelco a nuestras vidas y nuestras mentes.
Este virus, producto de la globalización y el individualismo, nos está dando muchas lecciones que debemos recoger como sociedad para transformarnos a nosotros/as mismos/as y quizá dar una vuelta a nuestra escala de valores para convertirnos en algo mucho mejor.