"Por favor, quedaos en casa, hay casos graves sin patologías anteriores" "La gente me dice...¿porqué eso no lo dice el presidente del Gobierno?" "Esto es muy grave" (Claramente emocionado) "Las televisiones teneis que transmitir esto y no lo estais haciendo" "¿Qué haces rodeado de colaboradores? ¡Deberías estar tú sólo!" (Dirigiendose al presentador del programa).
La intervención de este médico en un conocido programa de televisión, con estas palabras tan contundentes y llenas de emoción, han marcado mi día de hoy. En la línea que comentaba ayer
- respecto al aprendizaje que nos ha brindado nuestro compañero, el coronavirus, sobre la importancia de cualquier mínima información - estas declaraciones me han hecho reflexionar y reconsiderar algunas ideas - quizá falsas - que tenía sobre esta crisis.
Pero empecemos por el principio...
Esta mañana - la primera de "rutina de confinamiento" - me levanté alrededor de las 8 de la mañana, me duché y vestí como si fuese al instituto a trabajar - por aquello del impacto psicológico de la rutina - y me dispuesto a sacar a mi perro - compañía privilegiada (más aún de lo normal), por ser una de las pocas ocasiones en las que está permitido salir a la calle...hecho que ha provocado una ristra de memes sobre perros desquiciados por haber salido ya 28 veces al día y peleas poco frecuentes entre hermanos/as por sacarles (¡mira! otro aprendizaje improvisado que nos da nuestro compi...el amor por nuestras mascotas y su cuidado fundamental) - y comprar prensa.
He de confesar que, al salir, me he sentido culpable y con miedo porque de alguna esquina pudiese salir un agente y ponerme una recién estrenada multa por estar en la calle sin tener porqué...a lo que yo mismo me he tranquilizado, diciendome: "Daniel, tranquilo , deja que los estragos del confinamiento tarden un poco más en aparecer, no desesperes...".
De vuelta a casa, vivo y coleando y sin multa a la vista, desayuné mi (tradicional) vaso de leche con cola-cao y tostada - de las pocas rutinas que nuestro compi no me ha arrebatado - y me he puesto a teletrabajar.
A pesar de las notables diferencias con el trabajo presencial - el contacto humano, las intervenciones directas con los adolescentes, el contraste de opiniones con compañerxs y sumando los déficits técnicos de la Comunidad de Madrid que hace que el servicio se caiga rato sí y rato, también... - así como no preferirlo ni de lejos, puedo decir que "no ha ido tan mal"...enfatizando los aspectos positivos de la relajación por estar en casa, poder comer "un tentempié" cuando te apetezca o la ventaja (para algunos, no desde luego para mi, que le doy importancia y me gusta distinguir espacios y momentos) de poder estar en pijama, mientras gestionas correos, talleres, programas que en un futuro - lejano o cercano - llevarás a cabo.
A mitad de la mañana, "he cambiado" de instituto - estoy trabajando a media jornada en dos institutos y hoy es el único día que voy a los dos - simbólicamente hablando,claro...pero en mi cabeza iba repasando los momentos y lugares que hubiese vivido un "lunes normal" y sacando los papeles del nuevo instuto y cambiando de grupo de Whatsapp - medio utilizado para la comunicación entre compañeros/as - he soltado un "Mira, ya estoy en el otro insti" al aire y, tras ello, una carcajada - seguimos con las consecuencias adelantadas del encierro...-.
Entre "caída y caída" de EducaMadrid he podido avanzar en alguna de las tareas que me había propuesto en la mañana y enviado a los respectivos compañeros/as las hojas de seguimiento que estamos obligados a enviar como forma de control para poder justificar lo que hacemos día a día (y, básicamente, nuestro sueldo...), me he marcado en la hora de comer donde hemos optado por tirar de "retales" de otros días y por una conversación sobre las andanzas de los componentes de la familia que aún salen de casa.
Y es entonces, en el momento de mi , también tradicional, café - otro de los momentos conservados a pesar de nuestro compi - cuando el, ya conocidísimo, médico Jesús Candel o, popularmente conocido como Spiriman, me ha dado otro golpe de realidad - el número 1000000 en los últimos días - al relatar la cruda realidad de los hospitales españoles en estos momentos, "encarnado" en el Hospital clínico de Granada.
Ha sido un momento "mágico" o "de pesadilla" - según se mire - en el que he podido ponerme en su piel y he enfatizado con sus lágrimas y desesperación al manifestar su impotencia porque aún a día de hoy, y con las medidas más restrictivas que puede haber, estamos haciendo caso omiso y saltándonos las medidas "a la torera". Unas medidas frente a un virus que, según él y por mucho que nos han contado, aún no conocemos completamente y puede causar muertes en algunos casos, de gente sin sintomatología previa, que él estaba viendo en primera persona. Y ha sido precisamente esto, que hablase en primera persona y desde la emotividad lo que me ha dejado en shock. Y, no todo es esto, si no que, su mujer estaba en la misma línea de batalla que él, lo que hacía que el discurso estuviese, aún más, cargado de realidad y emotividad. Tras su intevención los periodistas y colaboradores que estaban en el programa, se dedicaron a "quitarle hierro" al asunto, diciendo, basicamente, que "estaba muy saturado, de tanto trabajar".
Después de ese momento, me enfrentaba a una tarde de estudio llena de confusión...una vez más - ¿Qué información es certera de todo lo que recibo? ¿Hasta qué punto quieren asustarnos o reflejarnos la realidad?¿Es bueno el alarmismo? - estas preguntas, que ya habían aparecido en mi cabeza días antes en mi cabeza, debido a retailas de Whatssapps, mensajes de voz, vídeos etc. generando en una confusión que, reconozco, en ese momento me había llevado al pasotismo por recibir informaciones contradictorias en un mismo día y llegar a producirme cansancio...
Pero esto ha sido distinto... el "manifiesto emocionado" de Jesús me ha instigado a reflexionar sobre el - quizá necesario - alarmismo y sobre la , ya NECESIDAD, de no dudar ni un momento la lucha en contra de nuestro compañero y enemigo, el coronavirus a través de medidas "exageradas" o minimizando los efectos del virus.
Como decía algun colaborador o periodista - entre los miles que estos días hablan sobre el tema - "estamos frente a una guerra, una guerra del ser humano contra un virus, un ejercito que no se ve pero está ahí y, quizá es eso precisamente, lo más peligroso".
Por generarme esta NECESARIA CONFUSIÓN y por tu, vuestro, trabajo incansable, una vez más...
Gracias Jesús, gracias sanidad pública.
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